Elizabeth era una pequeña niña de ocho
años pelirroja y con pecas, de ojos azules y algo alta para su edad. Vivía en
la Veta, en el distrito 12, junto a su madre que también era pelirroja igual
que ella. No era una chica como las que había por allí, su madre y ella eran
distintas a todas las demás personas que había visto por el momento y siempre
se había preguntado por qué era diferente pero su madre no respondía nunca a su
pregunta.
Un día de invierno mientras jugaba con
un trapo anudado que hacía como de muñeca en la cama que compartía con su madre
escuchó a su madre gritar tras abrirse la puerta fuertemente. Ella corrió a ver
qué pasaba y vio que había dos agentes de la paz aguantando a su madre.
-¡Mamá! –es lo único que pudo decir
antes de que otro agente la agarrara a ella de los brazos.
-¡Suelte a mi hija! Ella no tiene nada
que ver…-dijo mientras lloraba- Por favor…-a empujones la sacaron de su casa
sin poder decir nada más.
El agente la soltó con brusquedad
mientras salía a grandes zancadas de su casa.
Desolada, Elisa lloraba asustada, se
habían llevado a su madre no sabía a donde unos agentes que ella no
acostumbraba a ver por el distrito. Como
pudo se levantó y se secó las lágrimas que le caían por las mejillas, se iba a
ir tras ellos pero antes de que pudiera vio a otro agente de la paz entrar en
su casa, retrocedió más asustada hasta la pared y el agente al ver lo asustada
que estaba se quitó el casco dejando ver su rostro.
-Elisa soy yo…-alargó la mano el hombre
para que la cogiera y se acercara. Era un hombre de unos treinta años, con los
de color gris y el pelo de color negro.- Confía en mí, te voy a llevar a un
sitio seguro…
Elisa se acercó al hombre corriendo y se
abrazó a él llorando- Mi madre...-dijo como pudo la pequeña.
-Lo sé, Elisa...órdenes de Snow...-El
hombre la abrazó y la cogió en brazos.
-Le odio....odio a Snow y a toda su
familia...-Hundió la cara en el cuello del hombre aún llorando.
El agente sin decir nada más la sacó de
allí cogiéndola en brazos y tras salir de la casa avanzaron poco a poco por la
calle en la cual había muchos vecinos suyos mirando la escena.
La pequeña aún llorando se quedó dormida
en brazos de ese agente al que llamaba amigo...
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