Me quedo mirándolo, la verdad no pega
nada que esté aquí. ¿Estará de paso? Detrás de ella veo a alguien que hace que
mis entrañas se retuerzan y tenga ganas de vomitar la bilis de mi estómago:
Snow. Sigue igual que siempre, sus labios hinchados y su rosa blanca recién
cortada en la solapa.
Me levanto del suelo y camino hacía
ellos, no me hace ninguna gracia que estén en el 12 después de todo el daño que
ha causado a mi pueblo desde los bombardeos.
- ¿Qué hace aquí?- pregunto de manera
brusca, Seneca me mira sorprendido por cómo le he hablado a su tan amado
presidente.
- ¿Qué modo es este de tratar a viejos
amigos?- dice Snow con un tono amistoso que hace que frunza el ceño.
- Usted lo ha dicho, amigos, cosa que no
somos - miro a Seneca que anda observando la miseria de las personas de la
Veta- ¿Le gusta lo que ve, Crane?
- No sabía nada de esto- dice con voz
queda.
- Hay tantas cosas que vuestro querido
presidente os oculta- murmullo y miro a Snow desafiante.
- Señorita Everdeen si tiene algo que
decir, dígamelo en privado- el presidente camina en dirección de la alambrada-
Señor Crane, quédese aquí. Creo que la señorita Everdeen no querrá perder su
preciada vida.
Seneca se queda parado mirándome, lo
miro con una ceja alzada y camino detrás de Snow.
- Lo que tenga que decir dígalo rápido-
me dice nada más llegar al límite del bosque.
- No toleraré que le haga daño a mi
familia, ya lo hizo una vez, no le voy a dejar que lo haga una segunda vez.
- ¿Eso es todo?- me mira entrecerrando
sus pequeños ojos de serpiente.
- Sí, no sé porque le ha dicho a su
vigilante jefe que se quedará al margen. Tarde o temprano se dará cuenta de
cómo es usted- lo miro con profundo asco.
- Hasta entonces será mi perro más fiel-
ríe cosa que hace que me estremezca.
- ¿Eso es para usted? ¿Una mascota? ¿Qué
hará cuando se canse de él? ¿Lo convertirá en avox o lo matará?
- ¿Ha terminado ya de marearme, señorita
Everdeen? - me pregunta mientras se acerca la rosa a la nariz y la huele.
- Contésteme.
- No está en posición de exigir nada- me
da la espalda y camina hacía Seneca- Nos veremos querida señorita Everdeen-
pulsa un botón y aparece la escalera de un aerodeslizador, ambos suben y me
quedo sola mirando el sitio donde antes estaban.
Decido ir al bosque a pensar, siempre me
ayuda. Acabo de pasar por la alambrada cuando un sonido hace que me quede
quieta.
Delante de mí aparecen, no uno sino por
lo menos veinte mutos, como los de mi primera arena. Antes de darme cuenta me
encuentro corriendo de vuelta a mi casa con varios detrás de mí.
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