martes, 19 de marzo de 2013

Caesar II

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No sé cuánto tiempo habré pasado en esa celda. ¿Días? ¿Semanas? El hambre y la sed hacen acto de presencia. Me acerco a la puerta y pego la oreja pero no se escucha nada. Silencio...

De repente, ésta se abre y dos agentes me llevan a rastras. ¿Habrá llegado mi hora? Me sientan en una silla. Delante aparece una mesa con suculentos manjares y agua. Bebo y como con ansia. Mi estómago ruge satisfecho.

-Veo que estar encerrado hace que pierda las formas, señor Flickerman. -Dice una voz a mis espaldas. Me doy la vuelta y veo a Snow. Trago la comida.

-¿Que habéis hecho con ella? -Pregunto

-Tranquilo, ella está bien. -Se sienta a mi lado.- Vengo a hablarle del trato que hicimos hace unos días.-sonríe.

-¿Vais a ejecutarme? -Digo serio.

-No, por suerte para usted. -Huele una rosa blanca de su pechera.- Se va a convertir en una estrella.

Dejo que sus palabras calen en mí.

-¿En... una estrella?

-Sí, de la televisión. -Se levanta y da vueltas.- Va a ser querido por todo Panem. Verá, necesitamos que alguien haga de maestro de ceremonias en los Juegos del Hambre.

-¿Y si me niego? -Digo furioso. No voy a permitir presentar un espectáculo sanguinario. Snow me mira y ríe.

-Ella morirá

Así que eso es lo que busca. Suspiro y miro mi plato de comida. Aprieto los puños sobre la mesa.

-Lo haré.-susurro.

-Bien.-Snow saca un papel de la chaqueta.- Firme aquí, es su contrato.-Me tiende un bolígrafo. Lo cojo con furia y firmo.- Estupendo, señor Flickerman, un agente le acompañará a sus aposentos.-Se marcha guardando el contrato firmado. Un agente me empuja bruscamente y me lleva a una habitación más o menos grande, con vistas a la plaza centras del Capitolio.

Me quedo solo en la habitación. Me tumbo en la mullida cama y respiro hondo. Mi siguiente paso será buscar a Mari... Pero ¿dónde? No tengo ni idea de dónde puede estar.

Oigo la puerta abrirse. Será el avox que se encarga de reponer las toallas. Me giro para verlo y me quedo de piedra. El corazón se me para y las lágrimas caen por mis mejillas de golpe.


La han convertido en un avox. En mi avox personal...

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