Después
de ese día fatídico, todo a mí alrededor parecía haber perdido la alegría, ni
yo misma tenía ganas de vivir.
Peeta
se fue de casa, no quiso escucharme, ni siquiera vino a verme al hospital ni a
casa. Me enteré por el pueblo que se alojaba con una recién llegada, Indiana me
dijeron que se llamaba, no la conocía ni tampoco quería hacerlo. Un día me
enteré que había empezado una relación con ella y quise dejar mi vida para
siempre, pero no podía pensar solo en mí, tenía que cuidar de las niñas y a mi
alrededor había muchas personas que me querían.
Desde
ese día no volví a ver más a Gale, desapareció, nadie supo nada de él. Lo
estuve buscando, quería ver a mi mejor amigo, lo necesitaba a mi lado pero no
aparecía.
Dos
meses después de la marcha de Peeta, mi intento de suicidio, la desaparición de
Gale y todo esta mierda decidí dar un paseo por la Veta, hacía tiempo que no
iba y había descuidado mi tarea de repartir comida entre los más necesitados,
así que cojo mi pequeña bolsa de caza y la lleno de toda la comida que
encuentro en la despensa y salgo de casa.
Paso
por la plaza del pueblo, saludo a Eli con la mano cuando la veo trabajar en la
panadería de Peeta, él ha dejado la panadería sola y la buena de Eli se tiene
que encargar de ella, suspiro.
Cuando
llego a la Veta me iba acercando a todo aquel que me llamaba, les daba comida,
llegue a donde estaba una anciana, la pobre ya no se podía mantener en pie, me
agache a su lado y le di lo que me quedaba en la bolsa, levante la mirada y
entonces lo vi.
Alto,
moreno, arreglado y con su barba tan peculiar, Seneca Crane. ¿Qué hacía en el
12? Seguro que nada bueno.
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