-Así
que... tenemos dos vencedores.- Snow se pasea por el despacho. Séneca Crane lo
sigue con la mirada tenso. Yo miro al suelo.
-Así
es señor. -Murmura. Levanto la vista y veo que Snow me mira.
-Yo
sólo informo señor. -Susurro.- No he tenido nada que ver.
-Claro
que sí, querido Caesar. -Me dice acercándose.- No directamente, pero si. -Su
sonrisa es terrorífica. Trago saliva.- Puede irse, señor Flickerman. Quiero
hablar a solas con Séneca... -Hago una reverencia y me voy lo más rápido posible
a mi habitación. Entro y veo a Mari preparando la cena.
-Mari...
tengo miedo. -Susurro. Ella me mira y baja la vista. Veo que hay una cámara.-
Quiero que me ponga toallas limpias ahora. -Digo entrando en el baño. Allí no
hay ni cámaras ni micrófonos. Ella asiente y va al armario que hay al otro lado
de la habitación. Entro y me siento en el inodoro con las manos en la cabeza.
Al rato, noto que alguien me toca el hombro suavemente. Miro hacia arriba y la
veo a ella. Sus ojos muestran preocupación. La abrazo con fuerza.
-Snow
está enfadado por lo del par de vencedores de estos Juegos. -Digo acariciándole
la mejilla. Ella asiente con tristeza.- Me ha culpado de lo que ha ocurrido...
Tengo miedo de lo que pueda hacer... -Suspiro. Ella sonríe un poco y me coge de
la barbilla. Me mira a los ojos. Una sensación de paz me invade. Sonrío.
-Gracias... -Le
cojo la mano y se la beso. Luego paso a la nariz y luego a sus labios. Ella me
abraza el cuello y me besa.- Te amo...
Sonríe
más y asiente. Le acaricio el cuello y noto cómo se estremece. Paso mi mano por
sus hombros y su espalda. Ella cierra los ojos y suspira. Empieza a acariciar
mi pecho. Me estremezco ante el contacto de su mano con mi piel. La vuelvo a
besar, pero esta vez con un poco más de fiereza. Las ganas de hacerla mía
aumentan.
De
repente se escuchan golpes. La abrazo protector.
-Tranquila,
serán los de la televisión. -Sonrío. Ella asiente y se esconde en un rincón
Salgo y abro la puerta. Son dos guardias.
-¿Que
desean? -Pregunto sonriendo falsamente.
-El
presidente quiere hablar con usted a solas. -Dice uno. Asiento.
-Espere
un momento. -Digo cerrando. Me dirijo al baño y vuelvo a abrazarla. Me mira con
ojos interrogantes.
-Snow
quiere verme. -Digo besándola.- Tranquila, estaré bien. -Le guiño un ojo y salgo
de la habitación.
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-¿Me
llamaba señor?
-Sí,
necesito que me haga un favor. -Dice serio.
-El
que quiera. Estoy a... su disposición. -Digo inclinándome.
-Quiero
que arregle como sea lo del par de vencedores. Aquí sólo puede haber uno. Si
no, el pueblo verá que somos débiles y se rebelaran. ¿Lo entiende?
Asiento.-
Haré lo que pueda.
-Más
le vale. -Se inclina hacia atrás.- La vida de ella depende de usted. Si lo hace
bien, no tendrá que esconderse más en el baño para besarla. -Sonríe.
Me
quedo de piedra.- ¿Cómo sabe...?
-Yo
lo sé todo... -Me corta.- Y ahora retírese.
Hago
una reverencia y salgo del despacho asustado...
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-Buenas
noches habitantes de Panem.-todo el mundo me aclama. Sonrío.- Menuda sorpresa
la de estos Juegos.... ¡Dos vencedores! Es la primera vez que ocurre en toda la
historia de Panem.-Todos aplauden.- Mañana, tendremos una entrevista especial
con ellos. ¡¿Qué les parece?!-todos gritan y aplauden fuerte.- Bien. Pues
mañana a las ocho de la tarde... ¡Entrevista a los amantes trágicos del 12!-las
luces se apagan y todos vitorean. Me seco el sudor. No he podido hacer nada.
¿Cómo iba a venderle al público que la noticia de los dos vencedores es falsa?
Bajo de escenario y me encuentro con Snow.
-Le
dije que lo arreglara. -Sisea.
-No
he podido hacer nada, señor. El público está entusiasmado.
-Sufrirá
las consecuencias. -Se marcha. Trago saliva y voy a mi camerino. Me quito la
peluca y el traje. Cuando acaban conmigo, voy a mi habitación.
Es
extraño. Mari debería de estar allí preparando la cena... Pero no, hay otro
avox. Me mira y señala mi habitación. Entro en ella y veo un cofre de oro. Lo
cojo y lo abro. El estómago se me cierra.
-¡¿Pero
que...?! -Grito tirándolo al suelo. Se rompe y de él sale un corazón... humano.
Al lado hay una nota y una rosa blanca.
“Le
dije que sufriría las consecuencias” leo. Miro el corazón. Y todo empieza a
encajar...
Lloro
amargamente.- Mari... -Susurro.- Porque... -Sigo llorando. Lanzo un grito de
furia. ¿Por qué ella y no yo? ¿Por qué acepté este estúpido trato? Ahora está
muerta y yo... y yo... soy una marioneta de Snow... Mi odio se concentra hacia
él y hacia la Chica en Llamas... Si no hubiera comido esas bayas, ahora ella
estaría viva...
Me
levanto del suelo y me miro al espejo.
-Me
llamo Caesar Flickerman. Soy y seré el maestro de ceremonias de los Juegos del
Hambre.
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